En pleno mes de enero andaluz, mientras el calendario, nuestros recuerdos y el sentido común nos alientan a mantener la ropa de abrigo a mano; la climatología nos pone a prueba y quiere hacernos dudar.

La luz y el sol más intensos de lo habitual animan a salir al exterior. Por las tardes los parques y columpios se llenan de niños y de sonidos alegres y las terrazas mantienen su atractivo. El alboroto de este invierno atípico apenas deja espacios para la interiorización y el recogimiento.

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Mientras las bajas temperaturas sorprenden en los sitios más insospechados, en nuestra ciudad pareciera que el espíritu del invierno, miedoso, se hubiera escondido; llevándose con él su frío y blanco manto y los días grises y lluviosos de otros años, llenos de gotas en los cristales, de silencios y silbidos ventosos.

Pareciera que el invierno que conocíamos se hubiera despintado y encogido; hubiera pasado desapercibido; o lo hubieran robado, en un descuido.

En muchos bosques los osos no han hibernado este año y los almendros y las mimosas ya han pasado página y han comenzado, por su cuenta, la primavera.

Qué será de nosotros si no atendemos las actividades y hábitos propios de esta estación, si no guardamos nuestro calor corporal, si no cuidamos nuestros riñones y no buscamos momentos para meditar y profundizar en nuestras raíces, atender a nuestros sentimientos profundos, quedarnos en casa, recogernos temprano y dormir más tiempo.

Y mientras la televisión sigue publicitando anti-gripales como si de rosquillas se tratara, el naturismo y las terapias holísticas no se cansan de repetir que lo que cuenta es «el terreno» y no el agente infeccioso; que lo que vale es tener un organismo sano con un sistema inmunitario fuerte; o lo que es lo mismo, una persona cuidada, nutrida y feliz; cuyo campo energético es un escudo protector (Wei Qi) donde fracasan, en su abordaje, virus, bacterias y demás microorganismos.

Si escuchamos nuestra sabiduría interior, sabremos que en invierno necesitamos nutrir adecuadamente las necesidades energéticas de esta época con alimentos como: legumbres con cereales integrales, semillas y verduras de raíz especialmente, en sopas y guisos calientes, acompañados de algas y productos del mar; frutos secos, como las nueces, y otros alimentos ricos en omega 3 o aceites como el de lino.

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Es necesario beber infusiones calientes y cuidar los órganos del elemento Agua, los riñones y la vejiga, que nutren a nivel energético los dientes, los huesos, la médula y el sistema nervioso; así como el oído y el cabello; e intervienen de forma determinante en los órganos y funciones sexuales y en la capacidad reproductiva.

Sin descuidar la atención a las emociones para evitar que nos asalten los miedos y temores, más que en ninguna otra estación puede ser beneficioso practicar ejercicios de Qi Gong que fortalezcan el elemento Agua y hacer meditación. Si nuestro cuerpo sufre debilidad en el Agua, aún es más interesante incorporar ambas disciplinas a nuestra vida diaria; hacer visualizaciones y trabajar con el color azul intenso o el negro.

La fitoterapia china que nutre el Yin y los tratamientos de acupuntura pueden ayudar a reforzar y a reponer el elemento Agua y las reservas energéticas del cuerpo con garantía de poder encarar con éxito la energía más Yang de la primavera que, con sus días más largos, nos exigirá mayor actividad y dinamismo en todos los ámbitos.

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